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Ratón o mouse

Antes, el usuario que adquiría un ratón se encontraba con que en la mayoría de los programas comerciales era inútil o inoperante. Hoy debe desconfiarse de un programa que no disponga de al menos la opción de poder utilizarse con ratón.




Por supuesto que hay algunos programas en los que el ratón tiene menor protagonismo. A la espera de nuevos y espectaculares sistemas que acaban de nacer, todavía es necesario mecanografiar los textos a través del teclado. Por tanto, en los programas de proceso de texto hay que "poner manos al teclado" y empezar a introducir letra por letra el documento deseado.
Sin embargo, las tareas secundarias del proceso de texto se han simplificado notablemente con el empleo del ratón. Un ejemplo: si se desea trasladar un fragmento de texto a otro lugar en el documento bastaría con señalar el fragmento deseado con el ratón definiendo un recuadro que lo contenga y señalar de nuevo el punto en el que se insertará dicho fragmento.
Conviene aquí apuntar, por si todavía hubiese dudas de la utilidad de un ordenador, que esta misma operación, realizada en apenas cinco segundos, supondría rehacer varias páginas mecanografiadas con una máquina de escribir tradicional.
En el otro extremo se encuentran programas en los que el ratón no se limita a ser una mera ayuda en la gestión de las operaciones a través de menús o iconos, sino que resulta el instrumento fundamental. Quien haya intentado trabajar con un sencillo programa de dibujo artístico mediante el teclado sabe bien el suplicio que supone.
En general cualquier programa que necesite trabajar con información gráfica debe olvidar por completo el teclado. Para ilustrar esto considérese un programa de autoedición. Básicamente, se trata de un programa empleado para componer periódicos, revistas o cualquier otra publicación que ha sustituido por completo el método tradicional de "cortar y pegar". En la pantalla aparece una representación exacta de la hoja que se va a imprimir, y sobre la que se distribuirá el texto en columnas, las líneas de separación, recuadros, fotos e ilustraciones. Todos estos elementos deben ser ajustados como bloques móviles, y no hay un medio más rápido que el ratón para realizar las distintas operaciones.
Por todas estas razones, el ratón es el periférico más extendido de los que aquí se tratan, e incluso ya aparece incluido en la configuraciones de muchos modelos de ordenadores, sin que sea preciso comprarlo aparte.
Los ratones se distinguen en tres tipos: los optomecánicos, los ópticos o digitales y laser. Los primeros ratones, los electromecánicos, han desaparecido prácticamente. Un ratón optomecánico consiste básicamente en una pequeña esfera de unos tres centímetros de diámetro, de caucho o teflón, encerrada dentro de una carcasa de plástico que contiene el mecanismo que transforma el movimiento de dicha bola en información inteligible por el ordenador.
El mantenimiento de un ratón resulta muy sencillo, ya que basta con limpiar de vez en cuando la bola con un paño húmedo para evitar que acumule polvo. Con esto se evitan futuras averías e imprecisiones del ratón. Por esta razón casi todos los modelos facilitan la operación de extraer la bola para su limpieza. Si se es un poco más curioso, quitando un par de tornillos se accede al interior. Tras unos instantes de observación se empezará a comprender aproximadamente cuál es la base de su funcionamiento. Una vez retirada la bola se podrá ver que ésta encaja en un hueco en el que se encuentra sujeta por tres pequeños rodillos. Uno de ellos situado diagonalmente actúa como soporte, mientras que los otros dos se encuentran situados en direcciones perpendiculares y detectan el movimiento de la bola en cada una de esas direcciones.
Así, si el ratón se mueve hacia delante y hacia atrás se transmitirá el movimiento al rodillo situado en posición transversal (movimiento en el eje Y) y se si mueve de derecha a izquierda, al situado longitudinalmente (eje X). Los movimientos diagonales se trasmiten a los dos rodillos a la vez en mayor o menor medida según la dirección. En el eje de cada uno de los rodillos hay montado un pequeño disco con ranuras que atraviesa dos optoacopladores abiertos. Las ranuras permiten o impiden el paso de la luz al sensor óptico, lo cual se interpreta como una señal de movimiento en la dirección de ese eje. También se puede conocer la velocidad del movimiento por la rapidez con la que pasen la ranuras por delante del sensor. Para distinguir el sentido del movimiento en cada dirección se emplea un ingenioso sistema. Como hay dos acopladores por cada disco, las ranuras disparan en primer lugar uno de ellos y después el otro.
Dependiendo de qué acoplador se active primero se determina el sentido.
La otra tecnología de fabricación es la de los ratones ópticos o digitales. En estos periféricos ya no existen elementos mecánicos, por lo que las averías son menos y el mantenimiento es más sencillo.
Exteriormente tienen el mismo aspecto que los optomecánicos, pero al dar la vuelta a la carcasa se descubre la ausencia de la bola.
En su lugar aparece un pequeño orificio, con una luz de color roja.
La luz reflejada entra de nuevo en el ratón y es detectada por dos sensores ópticos.
Uno de ellos se encarga de detectar el movimiento en la dirección vertical y el otro en la horizontal.
El ratón laser, es de las mismas características que el ratón óptico o digital, pero al darle la vuelta, no observamos ninguna luz, como prestaciones cabe destacar que funciona sobre cualquier superficie, menos en superficie de espejo. En todos estos tipos de ratón la información del movimiento se envía al ordenador para su interpretación, que producirá el movimiento correspondiente de los objetos en pantalla.
La transmisión se realiza a través del puerto serie RS 232, ps2 o conexión USB, según el modelo de ratón.
La resolución de un ratón, óptico u optomecánico suele estar entre los 200 y los 1400 dpi. Aunque la resolución es similar, son más precisos los ratones laser.
Existen en el mercado, por último. algunos modelos que han suprimido el cable para hacer más cómodo su manejo. Para ello se hace uso de tres tipos de tecnologías distintas: los infrarrojos, los ultrasonidos y las ondas de radio. En el primer caso la transmisión de la información del movimiento se codifica en forma de impulsos luminosos que para llegar al receptor deben disponer de un espacio despejado de cualquier obstáculo. Este inconveniente no existe con las ondas de ultrasonidos o de radio.






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